Nació mar adentro, de una corriente de aire entre las nubes; con un flujo de viento cerrado que viraba sobre su curva, trazando elipses en el cielo. Parecía una gran hélice de vapor, una espiral garabateando el día en su girar, trazando anillos concéntricos de nubarrones, bosquejos circulares que aumentaban su tamaño en cada rotación. Aquella turbulencia atmosférica era un bucle huracanado dilatándose sobre el éter como la gota de lluvia que dibuja su onda al caer en el charco. Aquel torbellino de vendavales creó el remolino gaseoso mas grandioso que nunca antes había surcado los cielos; una tormenta tropical convertida en el más temible de los huracanes.
El ciclón se deslizó hacia la costa sembrando su camino de desolación. Pero la tempestad arreció su ira al arribar a la bahía. La brecha de la tormenta se detuvo sobre la perla negra. Un descomunal tornado y una violenta tromba de agua azotarondurante horas la capital del jazz; destruyendo hogares, inundando plazas y calles, arrasando los locales musicales, despedazando el corazón del blues. La devastación dejó sumergida la ciudad de los acordes libres.
El ojo del huracán, como un agujero negro del que nada escapa, tragó tras de si miles de partituras y melodías; que algunos esperan, resurjan más allá, en otro punto del mundo; al otro lado del vórtice.
En memoria a las victimas del huracan katrina.
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