Sinceramente hipocrita



Si cuando lea esto es martes o lunes y se encuentra usted deprimido/a, sea usted hipócrita consigo mismo y viva su martes como si fuera viernes. Para ello levántese animado y con energía, y aunque el día sea un día de mierda, aunque haga frío y sople el viento, abra la persiana de su habitación y piense, con una sonrisa de par en par, que hace un día precioso.

Salga del portal y pronúncieles las palabras buenos y días, en ese orden, a las personas que esperan impacientes en la parada del autobús, debe hacerlo en un tono cordial y debe nacer desde lo más profundo de su sinceridad.

En caso de que no tenga usted sinceridad, esté ocupada o la haya utilizado toda en otros menesteres, utilice su hipocresía, pero de una manera sincera, es decir, que se note claramente que expresa los buenos días de una manera claramente hipócrita.

Si en el autobús le empujan o le pisan, sonría con sincera hipocresía, si en el trabajo un cliente le da la bronca por teléfono, sonría a través del teléfono con sincera hipocresía, si su jefe le entrega un marrón de última hora, acuérdese de sus muertos, pero siempre sonriendo con sincera hipocresía, no olvide que es viernes aunque sea martes o lunes y que muy pronto tendrá ante usted un maravilloso fin de semana.

Tenga usted en cuenta, no se lleve a equívocos, que incluso la hipocresía debe ser sincera, es decir, si empleáramos una hipocresía hipócrita estaríamos siendo sinceros, lo que en principio nos separaría de nuestro objetivo inicial de ser hipócritas.

No ocurre lo mismo si empleamos una sinceridad sincera, el efecto es el contrario y amplificador de la sinceridad. En el caso de que mezcláramos ambas podría parecer que todo se volviera terriblemente contradictorio pero verá como el resultado es más sencillo de lo que piensa, porque, qué decir de una sinceridad hipócrita o de una hipocresía sincera mas que ambas se reducen a la hipocresía en sí misma.

Observe además como estaríamos demostrando una de las reglas básicas de las matemáticas del engaño, exactamente esa que reza, que el orden de los engaños no altera a la mentira.

Así que, si usted leyó esto un martes, o un lunes, decirle sólo, con sincera sinceridad, que lo escribí un viernes de invierno en el que no hacía ni pizca de viento y en el que lucía un sol precioso, y que ante mi se extendía un maravilloso fin de semana, y decirle para terminar que si, que mi sonrisa del autobús, era sinceramente sincera.



Breve historia de la hipocresía:

¿Qué es la Hipocresía? ¿Cómo podemos definir las particularidades que conforman a un hipócrita?

Podríamos empezar diciendo que la noción general de Hipocresía afirma que ésta es la actitud, sostenida o de corto alcance, de fingir algo en lo que no se cree realmente.

En estos fingimientos podemos englobar creencias, sentimientos, emociones, cualidades, y casi cualquier cosa que sea relativamente intangible. ¿Cuál es el sentido de esta representación? En general, la Hipocresía opera como una especie de pantalla que protege la reputación y la integridad emocional del sujeto; cuestiones que no siempre son claramente saludables por sí mismas.




Vayamos a un ejemplo.

X. se encuentra con D. F. y Z.
D. F. y Z. opinan que el pop es una mierda.
X. adora el pop, pero apoya esas opiniones en orden de mantener su posición en el grupo.

El hipócrita finge sentimientos o actitudes en los que no cree realmente o que bien no siente en absoluto; de modo que la Hipocresía no está en sus ideas, sino en la fatuidad entre lo que se piensa y lo que se hace.

El hipócrita arma un personaje, construye una apariencia, y busca que se lo juzgue únicamente a través de esos atributos. En casi todas las lenguas el hipócrita es alguien que esconde su verdadera personalidad. Pero esto no siempre fue así.


La palabra hipocresía proviene del latín hypocrisis, y esta de griego hypokrisis (ὑπόκρισις), literalmente "actuar una respuesta". Pero si retrocedemos aún más en el tiempo descubrimos que la palabra griega hypo también significa "máscara", y crytes, "respuesta"; por lo que antiguamente el término significaba "responder con máscaras". Una representación magistral de la Hipocresía.

Ahora bien, los griegos no consideraban a la Hipocresía del mismo modo que nosotros, es decir, no estaba asociada estrictamente a los Hipócritas. Curioso, pero cierto. La palabra Hipócrita está relacionada con el verbo hypokrinomai (υποκρίνομαι), literalmente, "tomo parte"; y esta de la palabra kritiki, "críticar o juzgar"; presumiblemente asociada a la interpretación de una idea o de un texto.

Los griegos pensaban en la Hipocresía como un acto complejo que consta de dos partes simples: simulación y disimulación. El primero consiste en simular que se piensa algo, y el segundo en disimular lo que no se quiere manifestar. Curiosamente, esta noción nos engloba a todos. Según estos parámetros, por cierto, paradójicos, la Hipocresía es una cualidad innata de la inteligencia humana.

Haremos bien en señalar las hipocresías groseras, pero conviene ser prudentes con las que no lo son. En especial porque todos somos Hipócritas. Esto no una observación, sino un hecho de la mente; una variable de la mecánica del razonamiento, conocido como error de atribución.

Podemos advertir el error de atribución cuando alguien tiende a explicar sus acciones, buenas o malas, como un sub-producto del ambiente que lo rodea, pero que al mismo tiempo le atribuye a las acciones de terceros una naturaleza innata.

Este error cognitivo, que no siempre es inconsciente, nos lleva a establecer imperfecciones en los demás que no llegamos a advertir en nosotros mismos. Una especie de autoengaño deliberado, por el cual encontramos incontables excusas para justificarnos mientras que nos mostramos ética y moralmente implacables con los demás.

En lo personal, la Hipocresía sistemática es algo que no me sorprende realmente. Lo único que me atrevería a condenar es aquella tendencia de los hipócritas a calificar de hipocresía cualquier argumento que busquen desestimar rápidamente; sin ponerse a pensar en la contradicción suprema que ello conlleva.

En definitiva, el problema no está en la Hipocresía, sino en la poca elegancia de los hipócritas.



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