Fotografía: Edwar Curtis. El espejo del agua.


Y estando todavía en Xochicalco, uno muy anciano se le acercó. Su rostro era de muchos años, y sus arrugas formaban profundos surcos y con voz temblorosa le dijo: 

"Mucho he meditado para encontrar el sentido del Tiempo y ya casi me lleva de esta vida, y aún no sé cual es. Háblanos tú, del Tiempo. Y El se sentó frente a todos, y así les decía: Cuando tú hermano mío, te miras en la superficie del agua y crees que eres lo que ves, estás inventando al Tiempo. Si supieras que no eres ese traje de carne que vistes, ¿Qué te importaría el Tiempo? Para el Espíritu no hay Tiempo, sin embargo cuando el Espíritu da vida a un cuerpo, cree que es ese cuerpo y entonces padece las penurias de la materia y del Tiempo. ¡Cuántos hay que cuando muere su cuerpo creen que han muerto! ¡Y cuántos hay que cuando ven morir un cuerpo creen que el que lo habitó murió con él! Pena me da de ellos, que tan sólo ven con los ojos y no comprenden que los ojos del cuerpo sólo pueden ver cuerpos, y así la muerte de las cosas y no la Vida. Porque, ¿Cómo se le podría pedir a una raíz que bajo Tierra viera la luz del Sol? Sería muy difícil hacerle comprender que está alimentando a un tallo, a unas hojas y a unas flores que son ella misma en la superficie de la luz..." 

Quetzacóatl - Caitl Acotl


Fotografía: Edwar Curtis


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