Verdades, secretos y mentiras

Brothers at Cremation Site (Joe O’Donnell, 1945)

La historia que transmitió Joe O’Donnell sostiene que fue él quien hizo la foto. Tenía 23 años, era marine del Ejército de los EE UU y estaba en Nagaski, la ciudad japonesa contra la cual un objeto llamado Fat Man —3,3 metros de largo; 1,5 de diámetro y un peso de 4.600 kilos— había sido lanzado desde un avión militar a las 11 de la mañana del 9 de agosto de 1945.

 
Bockscar, el avión que lanzó la bomba en Nagasaki y su tripulación
Fat man
La explosión del artefacto atómico, de una potencia —equivalente a la detonación de 22.000 toneladas de dinamita— que la mente humana sólo puede imaginar como una ecuación, causó la muerte inmediata de 150.000 personas. Fue la segunda bomba atómica en tres días que los EE UU lanzaron sobre población civil de Japón.

Muchos años después, en 1989, O’Donnell contó la historia de la foto por primera vez. La conocemos por una tercera persona, su hijo Tyge, entonces un adolescente.

Una copia de la imagen estaba sobre la mesa de la cocina del hogar familiar de Nashville.

— El pequeño está muy dormido, comentó Tyge, que nunca antes había visto la foto en casa.

— No, hijo, no está dormido. Está muerto y su hermano espera para incinerarlo. Cuando quemaron el cadáver el chico mayor se hizo sangre en los labios de lo fuerte que se mordía para no llorar .


Esa es la historia que O’Donnell —fallecido en 2007, a los 85 años— se encargó de difundir y su hijo, ahora un adulto, quiere mantener viva.

En resumen, los O’Donnell sostienen que tras la rendición de Japón y la invasión posterior, el marine fue enviado por el Ejército a Nagasaki para que registrase los efectos de la bomba atómica. Lo que vio —orfandad, un cementerio inmenso, personas con quemaduras con dimensión de pesadilla…— cambió su vida. Algunas de las fotos, entre ellas la del niño con el cadáver de su hermano, las escondió porque tenía miedo de que los mandos las incautasen. Al volver a los EE UU las guardó en unas cajas que depositó en el ático durante más de cuarenta años.

Esa, digo, es la historia. Pero los fotógrafos, como cualquier ser humano, pueden mentir.

Aunque nunca trabajó para la Casa Blanca, O’Donnell posaba ante una pared repleta de retratos de mandatarios a los que decía haber retratado. Ninguna de las fotos era suya.
Durante años, O’Donnell se dedicó a dar conferencias y conceder entrevistas. En ellas, además de volver al horror que encontró en Nagasaki, recordaba sus años como fotógrafo oficial de la Casa Blanca y presentaba como suyas fotos que hicieron otros. Eran maniobras de una enorme inocencia: se adjudicaba imágenes tan conocidas como la del niño John F. Kennedy Jr saludando a lo militar el ataúd de su padre, el presidente JFK, que hizo Stan Stearns


Stan Stearns. 
Aunque nunca trabajó para la Casa Blanca, O’Donnell posaba ante una pared repleta de retratos de mandatarios a los que decía haber retratado. Ninguna de las fotos era suya.

Cuando el escándalo, como era previsible, saltó a la luz, O’Donnell no se retractó. Su hijo, que entonces encabezaba una empresa para intentar sacar beneficios de las fotos del padre, atribuyó las fantasías a un episodio de “demencia senil”.

No hay constancia, según los archivos del Ejército que lanzaba bombas atómicas sobre civiles, de que el marine fuera destinado a Nagasaki en 1945. Tampoco, y de ese pormenor sí hay constancia, trabajó jamás para la Casa Blanca.

Nada sabía de la foto de los hermanos hasta que la encontré en un blog personal que frecuento. De la intrahistoria me fui enterando, con pasmo y asombro, más tarde.

Las mentiras de O’Donnell convierten en pertinentes algunas preguntas: ¿son ciertas las fotos de Nagasaki?, ¿las hizo O’Donnell?, ¿es real la historia, el pie de foto, del niño esperando la cremación de su hermano?, ¿por qué el fotógrafo escondió las imágenes durante tantos años, demasiados como para protegerse de la censura militar?, ¿está muerto o está dormido el niño japonés?.

 

También deberíamos formular otra pregunta que acaso sea la única primordial: ¿importan las mentiras presuntas de un ser humano cuando hablamos de una carnicería cometida por otros seres humanos, también mentirosos, pero, y eso los diferencia de O’Donnell, indiferentes al horror?
Ánxel Grove


La felicidad es un asunto complicado.


La vida es sencilla:
en las profundidades todo rima,
en la desesperación un simple gesto enamora,
en la soledad cualquier cosa es compañía,

en la oscuridad un mínimo reflejo se transforma en sol.

El problema es que,
cuando se sale a la luz del día,
muy pocas cosas, personas, corazones,
resisten la vida y su simpleza.

La felicidad es un asunto complicado.


El secreto de la felicidad es tener gustos sencillos y una mente compleja, el problema es que a menudo la mente es sencilla y los gustos son complejos.
Fernando Savater

 



Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin.

Once claves:
Para alcanzar un equilibrio emocional hay que tener en cuenta las siguientes consideraciones:

1. Desconfíe de los manuales para ser feliz. No existe una fórmula mágica para conseguirlo. Si fuera tan sencillo, todos seríamos felices.

2. Para ser feliz no hay que estar permanentemente buscando la felicidad. Cuando nos empeñamos mucho en lograr algo, generalmente no sale bien. Un exceso de interés es bueno durante un tiempo, pero al final el rendimiento baja porque no se puede mantener de forma permanente.

3. La psicología positiva está muy orientada hacia una psicología del éxito, pero lo que ha de promover esta disciplina es la realización de la persona.

4. No busque la felicidad en sí misma. La vida impone unas tareas en cada etapa de nuestra vida que, por añadidura, le conducirán paso a paso hacia un estado de realización y, por ende, a la felicidad.

5. A la hora de tomar decisiones, una vez sopesados todos los motivos de forma equilibrada, lo mejor es seguir nuestra intuición y nuestro propio criterio. Así, en caso de equivocarnos, por lo menos lo habremos hecho a gusto.

6. No dejarse influir por las estadísticas ni sentirnos parte de ellas. Cada persona y cada colectivo tiene unas características diferentes que no se pueden hacer extensivas al resto.

7. Trabajar y pensar con perspectiva. Quizás le damos importancia a cosas que pensamos que nos dan la felicidad pero que, a unos meses vista, ya no tendrán tanta importancia o ésta será relativa.

8. Ser flexibles a la hora de establecer los objetivos que pensamos que van a contribuir a hacernos felices. Todo cambia y debemos adaptarnos al entorno y a las nuevas circunstancias.

9. Ser travieso y sentirse libre para cambiar de actividad. Observar, explorar y crear nos hará ser personas más alegres y, por lo tanto, sentirnos felices.

10. Ser cordiales y amables tanto en el ámbito familiar como en el social. Las personas que tratan con cariño y aprecio a sus amigos y familiares son mucho más felices. No por tener relaciones profundas éstas son igualmente afectivas.

11. La vida feliz se asienta en muchos ámbitos: familia, trabajo, relaciones, etcétera. Hay que compensar unos con otros y "no poner todos los huevos en el mismo cesto". Además no debemos olvidar la necesidad de "vivir en paz interior".

Como anular a una persona



Hace un tiempo llegó a mis manos este articulo que, despues de leerlo detenidamente puedo decir que estoy totalmente de acuerdo, pero... (todo lo que se dice antes de un pero no cuenta mas que de un modo anecdotico, solo importa lo que se dice despues de el) solo a nivel de andar por casa,  a nivel político eso en que se traduce? En pague usted primero y luego muérase de asco después. Así de simple.

Se echa de menos en este sesgado articulo que no se mencione para nada la otra parte fundamental del sistema capitalista: la opresión y la explotación. Es como aquel slogan que decía: "No les des un pez, enseñalos a pescar" pero sin d
ecir de quien es la red, ni el barco, ni para quien se sale a pescar todo el santo día, ni los riesgos que se corren, ni con cuantos peces nos podremos quedar para comer al final de la jornada, ni si estos son del tipo "Panga" o por el contrario del tipo "Rodaballo". Lo peor de todo es que si sales a pescar por tu cuenta sin pagar previo tributo ya se encargan "ellos" de que te caiga un buen marrón si te pillan.

El silencio de las marionetas




El arte es algo que descansa en el estrecho
margen entre lo real y lo irreal…
es irreal, y sin embargo no es irreal;
es real, y sin embargo no es real.
CHIKAMATSU MONZAEMON
(1653-1725)

Había una selva, un leopardo, un sueño…
No es real...
Este amor es una nube, una flor,un leopardo que huye.
En el cielo, una ventana: mis ojos.
pasa un avión, bailan las marionetas
son movidas entre el ocultamiento y la piel
gimen, cantan y el orador en una conmovida narración
va desgranando el sueño índigo del leopardo que acecha en los ojos.

Tu tienes el reloj, yo tengo el tiempo

“Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!”


Los Tuareg son un pueblo bereber del desierto del Sáhara. Para los occidentales son jinetes sobre elegantes camellos, viajeros en una tierra infinita, los últimos pueblos libres sobre nuestro planeta. La realidad es que los Tuareg son los Nómadas del desierto, los hombres azules, como se les denomina por sus ropas teñidas de azul índigo. Cuando se desplazan cubren las necesidades de los animales y las suyas propias en el camino, puesto que viven en unidades familiares extensas las cuales van siguiendo a los grandes rebaños a su cargo.


Las mujeres Tuareg, llevan el dorso descubierto, por ser mayoritariamente de fe musulmana- y a diferencia de cuanto tienen l mayoría de grupos islámicos, gozar de una cierta libertad e importancia en la comunidad porque a ellas se les confía la custodia y la transmisión de las tradiciones orales. Además las mujeres pueden divorciarse del marido que, en este caso pierde prácticamente todo, porque las tiendas son propiedad de las mujeres.

Tu tienes el reloj, yo tengo el tiempo:
Es el titulo que encabeza este post, a la vez que la hermosa entrevista a un joven tuareg, la cual podemos disfrutar en el siguiente vídeo o al final del post.


La estructura familiar de los Tuareg es de tipo matrinilear, pero no matriarcal, herencia de los antepasados bereber, mientras la estratificación en castas, viene de la cultura árabe-musulmana. Fueron de hecho los mercados árabes los difusores de la religión islámica, bajo la población bereber, los cuales venían confiados los tráficos comerciales, las rutas transaharianas. Fue así como los Tuaregh se iniciaron a transportar mercaderías moviéndose en el desierto con caravanas y dromedarios.

Las antiguas travesías en el desierto son hoy recordadas en las tribus con el rito del té. Un tiempo consumada la tarde cerca del campamento y preparado tres veces. Una paras los anfitriones, otro para uno mismo y uno para Allah. Esta tradición ha sido hoy pospuesta, y a las tres diversas maneras de hervir, corresponde además tres diferentes grados de azúcar, asociados a tres grandes emociones, intercambiables en orden, según la propensión y el humor del oficiante. El primero se sirve fuerte, como el amor, el segundo amargo como la vida, el tercero dulce como la muerte.



Los Tuareg son llamados los “hombres azules”, a causa del turbante índigo (“taguelsmut”), llevado por los hombres, y que deja descubierto solo los ojos y y se vislumbran los trazos de la piel . los “taguelsmut” tienen diferentes colores según a la clase social a la que pertenecen, el azul el índigo para los nobles, negro para la gente común, blanco para los esclavos.

Los “taguelmust” no solo tienen funciones prácticas, como la protección del sol, si no también simbólicas. Su uso de hecho se acompaña de timidez, difundida a explicar la verdad de los pueblos del Sáhara. A mostrar en público la boca por temor de inhalar los espíritus malignos.
Su cultura ha mantenido el culto de algunos mitos antiguos, tras cuyas las diosas progenitoras Tin-Hinan, de los camellos Fakrou o del mítico héroe fundador Amerolais.

Los Tuaregh son hábiles artesanos y creadores de joyas.

CRUZ TUAREG DE AGADEZ

Las cruces tuareg se usaban en un principio para identificar al portador de la cruz , a modo de pasaporte, a una de las más de 40 familias tuareg originales. Cada cruz tiene un nombre que las identifica ( Ingal, Agadez etc..). Simbolizan la cruz del sur como guía de los cuatro puntos cardinales en el desierto del sahara.  El material utilizado para la fabricación de estas cruces se denomina "plata tuareg" de una mezcla de plata y nikel. 




  




"TU TIENES EL RELOJ, YO TENGO EL TIEMPO" 

entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a: MOUSSA AG ASSARID,

No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!

Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

- ¡Qué turbante tan hermoso...!

- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

- Es de un azul bellísimo...

- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

- ¿Por qué?

- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

- ¿Quiénes son los tuareg?

- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

- ¿Cuántos son?

- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

- ¿A qué se dedican?

- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...

- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?

- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..

- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas.... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

- Saber eso es valioso, sin duda...

- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?

- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...

- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y all, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...

- ¿Tanto como eso?

- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

- ¿Qué pasó con su familia?

- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...

- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

- Y lo logró.

- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

- ¡Un tuareg en la universidad. ..!

- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenes, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

Las dos caras de dieciocho años de guerra




En 1984, en el campo de refugiados de Nasir Bagh, en la frontera con Pakistán, Steve McCurry toma el retrato de una joven afgana, huérfana en un pueblo bombardeado por los soviéticos.
El encuentro sólo dura un cuarto de hora, no le pide su nombre, apunta sólo la edad: doce años.

Pero la imagen, publicada en el "National Geographic" en junio de 1985, va a vivir su propia vida.
Reproducida decenas de veces en diversas revistas, esos ojos verdes van a volverse los de todos los niños de la guerra, en Afganistán o donde sea.

McCurry intentará encontrar a la niña, tras una búsqueda de dieciohco años, llena de rumores que la convierten en un símbolo: se dice que es modelo, profesora de inglés de la familia de Ben Laden y buscada por la CIA.

Se llama Sharbat Gula, tiene treinta años, tres niños y una existencia en medio de guerras sucesivas.

El segundo retrato es más problemático.
Hace falta verificar que los ojos verdes de Sharbat eran los mismos que los del primer retrato.
Todos los medios han sido utilizados para este fin: un método de "reconocimiento de las características faciales", empleado por el FBI, luego un programa informático que permite identificar las personas buscadas en los aeropuertos americanos y por fin un análisis científico de los iris.
"Al 100 % es ella".

Entonces, la imagen tiene derecho a la palabra.
Cuenta que su burka, el velo integral de las mujeres afganas, está presente en su vida, que la paz que los talibanes aportaron a este país sin ley y los bombardeos americanos la han entristecido.

( Texto aparecido en el diario "Liberation" )



La primera cosa que llama la atención es la actitud de la niña.
Nos mira fijamente.
En la segunda imagen, la misma composición, nos ayuda a entender los dieciocho años de intervalo entre las dos fotografías.

En la foto de la izquierda la muchacha tiene una mirada fija y conmovedora.
Mirada que todos conocemos como símbolo de los niños para los que la guerra es lo cotidiano.

El segundo retrato nos muestra una mujer, cuya mirada es muy especial.
El muy difícil para nosotros entender, sentir e interrogar a esos ojos.
La mujer se llama Sharbat Gula y tiene su burka subida por encima del rostro.
La mirada sigue siendo conmovedora, asombrosa, pero parece que la tristeza ha sucedido al orgullo de antaño.
Obviamente la burka es un elemento importante.
De cierta manera dramatiza la escena, puesto que para nosotros occidentales, es una "prueba", un signo de la opresión que sufren las afganas.

 

Me parece que el fuerte impacto que tienen estas dos fotos es justamente su yuxtaposición: por un lado, la presentación de la niña con un rostro conmovedor, atrayente y seductor, por otro, la imagen de una mujer triste, cerrada, que imaginamos "vieja".

El artículo "Las dos caras de dieciocho años de guerra", refuerza la impresión de desgaste entre las dos imágenes.

También "pregunta cosas" que, solas, sin texto, no preguntan las fotos.
En efecto, me parece que ese "antes / después" fotográfico no nos enseña nada más que la guerra cansa la mirada de los que la viven y que la burka es una costumbre afgana, de las mujeres, mientras que las chicas sólo parecen llevar el velo.

¡ Y ya está !

Es todo lo que a mí objetivamente, me parece salir de esas fotografías, solas.

Pero tienen mucho más sentido, preguntan, cuestionan más si están apoyadas en un texto, teniendo en cuenta nuestro acceso a la información.

La primera imagen tuvo mucho impacto en la revistas. ¿Pero, eso gracias al rostro bonito o porque la guerra sí misma es un problema?.
¿ Quién se hubiera interesado por el futuro de una niña en un campo de refugiados sin el impacto del rostro y de la mirada ( mientras el autor ni siquiera conocía su nombre )?.
¿En nuestras sociedades tiene una mirada seductora y conmovedora, más impacto de sensibilización a la guerra, que imágenes de pueblos agobiados en un campo?.

En el momento de la guerra, el 75% de los norteamericanos apoyaban los bombardeos.

¿Para que sirve buscar la niña bajo las bombas? ¿para disculparse? ¿para desviar la atención?.

¿No es exagerado averiguar por las más altas esferas de la seguridad norteamericana, si los ojos de la segunda foto corresponden a la misma persona?

¿No tenemos que entender, por fin, dos testimonios diferentes tras las dos fotos? ¿Y no sólo uno? ¿No atestiguan dos realidades diferentes en dos épocas diferentes?

¿Cómo? ¿de qué?, ¿de quién? ¿por quién son fabricados los símbolos?

Si encontrar la chica después de tanto tiempo es una motivación personal del fotógrafo, ¿para qué sirve publicar el segundo retrato?.

Ahora que la "imagen ha tenido derecho a la palabra", ¿no hay una contradicción entre nuestra percepción de los hechos y la manera de vivirlos, al oír las personas afectadas?.

Por ejemplo, ¿cómo se percibe la burka en Afganistán o en Occidente?.

Finalmente, una última pregunta con respecto al comercio.
Inmediatamente después de la publicación del segundo retrato, ha sido creada una fundación para el "desarrollo y para dar oportunidades" a la educación de las jóvenes mujeres afganas.
Sharbat Gula va, ella misma, a recibir una indemnización, de una manera u otra, por la difusión del primer retrato.
No sé si es bueno o malo, no estoy aquí para decirlo, pero algo me llama la atención.

Tengo que admitir que al comienzo, la historia de esas dos imágenes no me interesaba.
Nunca he intentado conocer la identidad de la gente fotografiada en el marco del fotoperiodismo.
Les veo como testimonios de realidades diferentes según las imágenes.
Un reportaje trata de una situación particular, en un momento particular, vivida por un ser particular.
Es lo que a mí me importa.
No su nombre, apellido y situación familiar.

Al final, subsiste una pregunta ¿Cuál es el sitio de cada uno en todo esto? la prensa, el fotógrafo, Sharbat Gula, por supuesto, los norteamericanos, los afganos y el espectador.


Instantes


Esta foto fue tomada en el año 1930. Son vecinos del barrio de San Pablo de Zaragoza celebrando en las ribera del Ebro la popular fiesta ciudadana. Un sol generoso y ganas de compartir tortillas, vino y canciones eran lo único que necesitaban para pasar un buen día. Quedaba un año y cuarenta días para que estos mismos vecinos celebraran la llegada de la II República. Desgraciadamente la alegría se borró de las caras de los protagonistas con la guerra civil, con la brutalidad y los largos años de la dictadura.

En fin... todo un testimonio de gente nómada que mas tarde emigró a otros países pero que siempre recordaron con fotos como ésta la popular fiesta de la Cincomarzada.

La cincomarzada

La cincomarzada fue un fallido ataque carlista a Zaragoza que tuvo lugar el 5 de marzo de 1838 y que pretendió ser una toma fácil de la ciudad debido al escaso número de tropas que la guarnecían. Hoy se celebra cada año como fiesta popular en Zaragoza, conmemorando el heroico comportamiento de los zaragozanos durante esta batalla de la Primera Guerra Carlista.


Trasfondo

La ciudad de Zaragoza constituía una magnífica posición estratégica, fuertemente protegida por una importante guarnición isabelina. Ante la supuesta lejanía de las tropas carlistas, gran parte de la guarnición fue empleada para reforzar en el mes de febrero de 1838 un ejército que había de cerrar el paso hacia el Maestrazgo a la expedición de Basilio García que, abandonando Navarra con intención de unirse a Cabrera, había sido desviada hacía La Mancha en enero y se suponía que desde allí había de realizar un nuevo intento de aproximación. La noticia de la prácticamente nula guarnición que restaba en Zaragoza llegó a Cabrera, que envió a Juan Cabañero y Esponera a asaltar la ciudad con dos mil ochocientos infantes y trescientos hombres de caballería, no con el ánimo de ocuparla, ya que estas tropas eran insuficientes para defenderla posteriormente, sino únicamente para saquearla.

La batalla


La noche del 5 de marzo de 1838 las tropas de Juan Cabañero consiguieron a duras penas ocupar parte de la ciudad ante la fiera resistencia de sus habitantes, que respondieron al ataque armados con cuchillos, utensilios de cocina y agricultura, armas de caza y aceite y agua hirviendo. Ante la noticia de que se acercaba volviendo a sus cuarteles la tropa isabelina y dado que no conseguían tomar la ciudad en su totalidad, los carlistas abandonaron inmediatamente la ciudad. Tras el fracaso carlista, se añadió al escudo de la ciudad la titulación de "Siempre Heroica" y se le dio el nombre de "Cinco de Marzo" a una calle.

Curiosidades

Se cuenta que Cabañero, nada más ocupar la ciudad, entró en una chocolatería y pidió un tazón de chocolate caliente pero tuvo que huir sin haberlo probado. En 1840, unido tras el Convenio de Oñate a Espartero, entró en Zaragoza formando parte de las tropas isabelinas que habían de combatir a Cabrera. Los zaragozanos, al verlo desfilar por sus calles, le gritaban: «¡Cabañero, que se te ha enfriado el chocolate!».

Durante la dictadura de Francisco Franco, la calle fue cambiada de nombre y pasó a llamarse "Requeté Aragonés" ("requeté" es el nombre de los soldados carlistas). Tras la muerte de Francisco Franco, en 1975, se recuperó la denominación original.

Carlistas prisioneros por la Guardia Civil, la mañana del 11 de octubre de 1872, se sabe que todos fueron deportados a Cuba.

Cuídate de la niebla

Niebla en Toledo


Cuídate de la niebla
Cuídate de la niebla, 
a veces esconde lo que ni siquiera los Dioses logran mirar.
Guíate por la luz, 
recréate en su reflejos y bañate en su calor; 
pièrdete en sus matices, inúndate de su olor.
Olvídate de la niebla, 
huye de su pérfida atracción, 
escápate de su frío y protege a tu corazón.

Niebla en Toledo